Un buen día decidí engañar a la vida. Me dije a mi misma que era feliz. Caí en la contradicción que dice que no necesito nada y a la vez mi lista de ambiciones se vuelve más grande. Y la vida misma, tan pesimista como siempre, me dejo en libertad. Después de todo, para que esforzarse en alguien que ya no tiene solución. Y desde entonces duermo profundamente, sin ese miedo que me invadia al saber que siempre existe la posibilidad de que no despierte.
Espacio otaku pasando por bastantes etapas de la vida, agregando un toque random.